En condiciones normales el bebé aprende a sentarse por sí solo y a gatear casi al mismo tiempo (entre los 8-10 meses). Que uno sea antes o después que el otro no es importante, aunque ambas ocurren después de que éste sepa girarse de boca arriba a boca abajo (y viceversa); algunos también se arrastran o al menos giran sobre su ombligo (como si describiesen un círculo en el suelo).
¿Y cuáles son esas “condiciones normales” que hacen que nuestro bebé desarrolle su motricidad de forma fisiológica y armónica? Según la pediatra húngara Emmi Pikler: dejarles una completa libertad de movimiento, al cual queda asegurada por: ropa adecuada, espacio suficiente, ausencia de adiestramiento por parte del adulto y de prohibiciones y/o limitaciones(siempre que no supongan un peligro real para su integridad física).
No es lo mismo sentar al bebé a que éste se siente por sí solo. La práctica común entre los padres es sentarlo (cuando aún no lo hace por sí solo) apoyado en el sofá o rodeado de cojines para que no se vuelque. Su espalda sufre al estar colocado en una posición que su musculatura dorsal no puede soportar; es obligado a estar en una postura que no ha alcanzado por su propia voluntad y evolución por lo que su movilidad se encuentra reducida; necesita de la intervención de un adulto ya que se encuentra "clavado en un sitio", inmovilizado, reducido a una misma postura.
rróneamente podemos pensar que para que un bebé aprenda a sentarse es necesario que lo sentemos. Nada más lejos de la realidad. Éste aprende a hacerlo por sí mismo si le dejamos la mayor parte de su tiempo sobre una superficie amplia (un suelo acolchado, por ejemplo), tendido boca arriba, con algunos juguetes interesantes a su alrededor: practicará infinidad de movimientos hasta ser capaz de voltearse, rodar, arrastrarse, sentarse, gatear, ponerse de pie y andar. Y entre cada uno de estos hitos necesitará ejercitar otra infinidad de movimientos que sólo serán posibles si se lo permitimos, si no lo colocamos en posturas inestables, si no limitamos su movilidad a espacios reducidos como hamaquitas, carritos de paseo, parquecitos, taca-tacas.
No es lo mismo sentar al bebé a que éste se siente por sí solo. La práctica común entre los padres es sentarlo (cuando aún no lo hace por sí solo) apoyado en el sofá o rodeado de cojines para que no se vuelque. Su espalda sufre al estar colocado en una posición que su musculatura dorsal no puede soportar; es obligado a estar en una postura que no ha alcanzado por su propia voluntad y evolución por lo que su movilidad se encuentra reducida; necesita de la intervención de un adulto ya que se encuentra "clavado en un sitio", inmovilizado, reducido a una misma postura.
rróneamente podemos pensar que para que un bebé aprenda a sentarse es necesario que lo sentemos. Nada más lejos de la realidad. Éste aprende a hacerlo por sí mismo si le dejamos la mayor parte de su tiempo sobre una superficie amplia (un suelo acolchado, por ejemplo), tendido boca arriba, con algunos juguetes interesantes a su alrededor: practicará infinidad de movimientos hasta ser capaz de voltearse, rodar, arrastrarse, sentarse, gatear, ponerse de pie y andar. Y entre cada uno de estos hitos necesitará ejercitar otra infinidad de movimientos que sólo serán posibles si se lo permitimos, si no lo colocamos en posturas inestables, si no limitamos su movilidad a espacios reducidos como hamaquitas, carritos de paseo, parquecitos, taca-tacas.
Fuente: Jugando en familia
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