No es raro ver a un niño al lado de sus padres intentando sacarse un pegajoso moquito de la nariz. Su dedito es más gordito que su fosa nasal y la tarea era un auténtico desafío para él. Contener la sonrisa (o la carcajada) cuando observamos a un pequeñín de 1 ó 2 años meterse el dedito en la nariz es inevitable, pero cuando el niño va creciendo, este gesto nos parece cada vez más inaceptable socialmente.
En estas situaciones los padres pueden hacer dos cosas:
- Higiene de la nariz
- Enseñanza de habilidades sociales
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