Las habilidades sociales se aprenden en la infancia; por eso, un niño tímido es el fruto de la inseguridad que le han transmitido sus padres y los adultos que influyen en su desarrollo.
El pequeño que se esconde detrás de las piernas del papá, que no saluda y dirige sus ojos al piso cuando alguien se acerca a hablarle, el que está distante del grupo de niños que juega en una fiesta: ese es un niño tímido.
Aunque a todos nos parece normal conocer a alguien que no habla mucho, esa característica puede llegar a convertirse en un problema para socializar, debido al pánico que siente el menor a comunicarse en público, al punto que prefieren no expresar sus opiniones, por temor a ser rechazados.
Para María Teresa Melo, sicóloga clínica con doctorado en niños, adolescentes y adultos, la timidez está relacionada directamente con el grado de autoestima, confianza y amor propio que los adultos les cultiven. “Si los padres tienen 10 hijos, pero a cada uno le dan su lugar, lo hacen sentir importante por lo que es, entonces tendrán seguridad de que son los mejores, de que pueden hacer lo que se propongan. No es cuestión de estratos o de grados de educación”.
Cuando a un pequeño se le refuerzan sus actitudes positivas, se le dice constantemente lo valioso que es, él sabrá lo muchos que significa para alguien y confiará en que sus obras están bien hechas. La clave es ofrecer amor desde el mismo momento de la concepción, porque los bebés deseados están rodeados del afecto de su familia; así mismo, cuando empiezan a gatear o a caminar necesitan que sus padres los impulsen con frases de aliento.
Pero tampoco –señala Melo– hay seres perfectos, por esa razón se debe ayudar a los niños en los aspectos que no se les faciliten. Saber que si no tiene habilidad para alguna actividad, por ejemplo, en la escuela infantil, se le debe tener paciencia y acompañarlo en el proceso con amor.
“Pero si por el contrario le decimos constantemente: ‘tú por qué hiciste esto’, ‘te quedó mal’, el pequeño va a tener que esforzarse para agradarles a los demás y va a vivir en un estado de angustia permanente, porque cree que a sus padres no les agrada como es.
Si además hacen énfasis en sus pocas habilidades sociales, el pequeño terminará por retraerse aún más, con frases como ‘por qué no saludas’ ‘parece que saliste de la montaña’.
El papel de los adultos
Son los padres los que moldean las habilidades sociales de sus hijos, y cuando el pequeño llega a su primer día de guardería y llora sin consuelo, porque no quiere quedarse con personas desconocidas, es quizás que los padres no han fomentado las capacidades de interacción.
Según el sicólogo infantil y de adolescentes Luis Alberto Rengifo“el niño es temeroso, siempre está esperando las órdenes del papá, tiene problemas de interacción, no le gusta el contacto social, porque teme ser rechazado e incluso, puede tener problemas de comportamiento como cuadros depresivos”.
Este experto señala que muchos padres quieren que sus hijos sean los mejores en todas las áreas del desarrollo y buscan guarderías que garanticen un exigente rendimiento académico y rechazan aquellos que promueven el juego y las actividades en grupo, “cuando la base principal del primer colegio es lograr un importante grado de socialización, para que aprenda a dar y recibir”, agrega Rengifo.
Las razones que explican la tímidez están en las actitudes de los padres, que pueden pasar desde la sobreprotección, cuando intentan cubrirlos bajo una cápsula de cristal; o los desinteresados, cuyos pequeños no fueron deseados o por eso, no los hacen sentir realmente importantes.
Para dejar la timidez
Los padres pueden detectar que su hijo tiene un carácter introvertido cuando es retraído en las reuniones de grupo, como las piñatas infantiles, en las que al niño le es difícil conocer amigos o estar en contacto con ellos. Son menores que quieren tener compañía, pero tienen dificultades para lograrlo.
Las profesoras se convierten en un medio para ayudar a identificar este rasgo de personalidad y suelen manifestárselo a los padres, por su preocupación de que el niño permanece solo durante el descanso, no tiene muchos amigos o es demasiado callado.
El sicólogo especialista en niños y adolescentes Luis Alberto Rengifo explica que una de las medidas que deben tomar los padres, cuando perciben un carácter tímido del hijo que puede afectar sus relaciones sociales, deben ayudarlo a encontrar más espacios con otros niños que le permitan superar esta dificultad.
Por ejemplo, percibir cuáles son las actividades que más disfruta, como la pintura, el baile, el canto o algún deporte, e inscribirlo en un curso que le parezca agradable. Pero no debe obligarlo a que participe de grupos que no le satisfacen, porque será una medida contraproducente.
Incítelo también a que invite amigos a su casa y que se queden a dormir, que compartan juegos o actividades lúdicas.
Pero lo más importante es que quiera a su hijo, lo acepte como es, lo valore, exalte sus talentos y habilidades y lo apoye en las actividades en las que no es muy bueno. Hágale sentir que es un niño importante, proporciónele el espacio adecuado en la familia y no descalifique sus acciones.
Juliana Rojas H. Redactora ABC del Bebé