Aquí os dejamos unas orientaciones a tener en cuenta para controlar las chuches que toman vuestros hijos e hijas. Se corresponden con el boletín de la Escuela de Padres nº6
BUENAS RAZONES PARA CONTROLAR LAS CHUCHES:
Nueve de cada diez niños lo avalan: si les preguntáramos en qué se gastarían el dinero que les damos seguramente dirían… ¡EN CHUCHES!
Uno de los problemas alimentarios y nutricionales más importantes en la infancia actual es el consumo de golosinas, popularmente conocidas como “chucherías”. En consecuencia, es muy importante saberles explicar a los niños y niñas la razón por la cual no es bueno para su salud que coman dulces, bollos, chucherías, refrescos y similares con frecuencia.
Por lo general las golosinas son temidas por padres y madres por la relación que guardan con la aparición de caries dentales, consecuencia directa de su consumo, pero hay que tener también en cuenta las graves repercusiones nutricionales: las chucherías y otros dulces (sobre todo la bollería industrial) aportan una gran cantidad de calorías superfluas y vacías (es decir, sin nutrientes), que contribuyen a la obesidad y a sustituir a otros alimentos mucho más necesarios para el desarrollo del niño o la niña. Básicamente están fabricadas con hidratos de carbono simples (azúcares) y aditivos, sobre todo edulcorantes, colorantes y potenciadotes del sabor.
¿Le debo negar tajantemente que coma chuches?Hay que tener en cuenta que a un niño o niña le resulta a menudo difícil sustraerse a la presión ambiental de los medios de comunicación que anuncian dulces y chucherías y de los otros niños que los consumen. La solución pasa por hacerle entender que son alimentos que no conviene tomar cada día, siempre predicando con el ejemplo, y tratar de llegar con él o con ella al acuerdo de que los dulces, bollos, golosinas, refrescos y similares han de reservarse para ocasiones especiales, tales como cumpleaños o fiestas señaladas (Navidad, ferias, etc.). Podemos acordar el consumo de determinadas golosinas en sólo un determinado día a la semana o unas horas específicas, dándole a elegir dicho día u horas. De este modo y aunque no lo parezca, disfrutará mucho más que si los come a diario y a todas horas. En caso de que la ansiedad sea excesiva y muy insistente, se le puede dejar que disfrute y que saboree una determinada golosina, pero recordándole en todo momento que ese ofrecimiento es ocasional y en pequeñas dosis, y no propio de cada día.
¿Le puedo dar las chuches como recompensa?Es muy importante no solamente controlar cómo se consumen los dulces, sino también el ritual que los acompañan. No debemos utilizar las chuches de forma chantajista (“si le das un beso a la abuela te doy una chuche”). Otra cosa es que las chuches nos sirvan como reforzadores, empleadas únicamente en casos muy excepcionales, cuando nos han fallado otras técnicas para lograr un cambio en el niño.
¿A partir de qué edad puede comer mi hijo o hija chucherías?Cuanto más tarde mejor. No obstante, es aconsejable retrasar su introducción hasta, al menos, los dos años de edad. Hay que procurar que ninguna otra persona que no sea el padre o la madre le ofrezca golosinas al niño (tales como otro hermano, abuelos, tíos o el tendero de la esquina). En caso de que alguien se las dé, podemos decir que nosotros se las guardaremos hasta más tarde.
¿Hay unas más convenientes que otras?En general, todas son perjudiciales, pero puestos a elegir entre las golosinas, los pasteles y el chocolate son menos nocivos que los caramelos. Los dulces pegajosos son los peores, porque sus fragmentos tienden a adherirse a los dientes y provocan, en gran medida, la aparición de caries dental. También las hay sin azúcar, aunque a veces incluyen otros ingredientes que también pueden ser perjudiciales.
Nueve de cada diez niños lo avalan: si les preguntáramos en qué se gastarían el dinero que les damos seguramente dirían… ¡EN CHUCHES!
Uno de los problemas alimentarios y nutricionales más importantes en la infancia actual es el consumo de golosinas, popularmente conocidas como “chucherías”. En consecuencia, es muy importante saberles explicar a los niños y niñas la razón por la cual no es bueno para su salud que coman dulces, bollos, chucherías, refrescos y similares con frecuencia.
Por lo general las golosinas son temidas por padres y madres por la relación que guardan con la aparición de caries dentales, consecuencia directa de su consumo, pero hay que tener también en cuenta las graves repercusiones nutricionales: las chucherías y otros dulces (sobre todo la bollería industrial) aportan una gran cantidad de calorías superfluas y vacías (es decir, sin nutrientes), que contribuyen a la obesidad y a sustituir a otros alimentos mucho más necesarios para el desarrollo del niño o la niña. Básicamente están fabricadas con hidratos de carbono simples (azúcares) y aditivos, sobre todo edulcorantes, colorantes y potenciadotes del sabor.
¿Le debo negar tajantemente que coma chuches?Hay que tener en cuenta que a un niño o niña le resulta a menudo difícil sustraerse a la presión ambiental de los medios de comunicación que anuncian dulces y chucherías y de los otros niños que los consumen. La solución pasa por hacerle entender que son alimentos que no conviene tomar cada día, siempre predicando con el ejemplo, y tratar de llegar con él o con ella al acuerdo de que los dulces, bollos, golosinas, refrescos y similares han de reservarse para ocasiones especiales, tales como cumpleaños o fiestas señaladas (Navidad, ferias, etc.). Podemos acordar el consumo de determinadas golosinas en sólo un determinado día a la semana o unas horas específicas, dándole a elegir dicho día u horas. De este modo y aunque no lo parezca, disfrutará mucho más que si los come a diario y a todas horas. En caso de que la ansiedad sea excesiva y muy insistente, se le puede dejar que disfrute y que saboree una determinada golosina, pero recordándole en todo momento que ese ofrecimiento es ocasional y en pequeñas dosis, y no propio de cada día.
¿Le puedo dar las chuches como recompensa?Es muy importante no solamente controlar cómo se consumen los dulces, sino también el ritual que los acompañan. No debemos utilizar las chuches de forma chantajista (“si le das un beso a la abuela te doy una chuche”). Otra cosa es que las chuches nos sirvan como reforzadores, empleadas únicamente en casos muy excepcionales, cuando nos han fallado otras técnicas para lograr un cambio en el niño.
¿A partir de qué edad puede comer mi hijo o hija chucherías?Cuanto más tarde mejor. No obstante, es aconsejable retrasar su introducción hasta, al menos, los dos años de edad. Hay que procurar que ninguna otra persona que no sea el padre o la madre le ofrezca golosinas al niño (tales como otro hermano, abuelos, tíos o el tendero de la esquina). En caso de que alguien se las dé, podemos decir que nosotros se las guardaremos hasta más tarde.
¿Hay unas más convenientes que otras?En general, todas son perjudiciales, pero puestos a elegir entre las golosinas, los pasteles y el chocolate son menos nocivos que los caramelos. Los dulces pegajosos son los peores, porque sus fragmentos tienden a adherirse a los dientes y provocan, en gran medida, la aparición de caries dental. También las hay sin azúcar, aunque a veces incluyen otros ingredientes que también pueden ser perjudiciales.
Algunas orientaciones:Es fundamental mantener una boca sana, no sólo comiendo sano, sino manteniendo una adecuada y correcta higiene bucal. Para ello, aparte de lavarse los dientes después de cada comida, es fundamental insistirle al niño o la niña para que se los limpie también con el cepillo dental cada vez que termine de comer chucherías.
Es aconsejable no tener golosinas en casa y no comprarle al niño cada vez que se sale fuera o se entra en una tienda. De esta manera se evita que las pida espontáneamente al salir de casa. El niño tiene que aprender a aceptar la negativa de los padres a comprarle golosinas, a la vez que aprende que puede tomarlas en algunas ocasiones.
Con los más pequeños es más fácil controlar en qué se gastan la paga que con los adolescentes. Es fundamental enseñarles desde pequeños a administrar esa paga, haciéndoles entender que no es lo mejor gastarla en golosinas y otros productos similares.
Las chuches jamás deben sustituir el tentempié de media mañana en el colegio o en casa. Lo conveniente es prepararle al niño a media mañana un pequeño bocadillo al estilo tradicional, junto con una pieza de fruta y/o un lácteo bajo en grasa. Como bebida: agua.
Piensa que estos alimentos tienen azúcar en exceso. Por este motivo tienes que tener claro que no complementan ni pueden sustituir una comida. Son alimentos que le van a quitar el hambre al niño, le van a provocar caries y que aumentan el riesgo de que tenga carencias vitamínicas. Las vitaminas del grupo B, B1 y B2 intervienen en el aprovechamiento de los azúcares, por lo que si se toman en exceso aumentan sus necesidades diarias. Además, estos alimentos pueden ser responsable del exceso de peso y, en consecuencia, de la obesidad.
Con los más pequeños es más fácil controlar en qué se gastan la paga que con los adolescentes. Es fundamental enseñarles desde pequeños a administrar esa paga, haciéndoles entender que no es lo mejor gastarla en golosinas y otros productos similares.
Las chuches jamás deben sustituir el tentempié de media mañana en el colegio o en casa. Lo conveniente es prepararle al niño a media mañana un pequeño bocadillo al estilo tradicional, junto con una pieza de fruta y/o un lácteo bajo en grasa. Como bebida: agua.
Piensa que estos alimentos tienen azúcar en exceso. Por este motivo tienes que tener claro que no complementan ni pueden sustituir una comida. Son alimentos que le van a quitar el hambre al niño, le van a provocar caries y que aumentan el riesgo de que tenga carencias vitamínicas. Las vitaminas del grupo B, B1 y B2 intervienen en el aprovechamiento de los azúcares, por lo que si se toman en exceso aumentan sus necesidades diarias. Además, estos alimentos pueden ser responsable del exceso de peso y, en consecuencia, de la obesidad.